[vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_raw_html]JTNDYSUyMGhyZWYlM0QlMjJodHRwJTNBJTJGJTJGYWNlaW0uZXMlMjIlM0VJTklDSU8lMjAlM0UlMjAlM0MlMkZhJTNFJTIwJTNDYSUyMGhyZWYlM0QlMjJodHRwJTNBJTJGJTJGYWNlaW0uZXMlMkZjb211bmlkYWQlMkYlM0ZwJTNEMTQ0NiUyMiUzRUVYUEVSSUVOQ0lBUyUyMEVEVUNBVElWQVMlMjAlM0UlM0MlMkZhJTNFJTIwJTNDYSUyMGhyZWYlM0QlMjJodHRwJTNBJTJGJTJGYWNlaW0uZXMlMkZjb211bmlkYWQlMkYlM0ZwJTNEMTc3MiUyMiUzRUdVSUElMjBERSUyMEVTQ1VFTEElMjBERSUyMFBBRFJFUyUyMCUzRSUyMCUzQyUyRmElM0UlM0NhJTIwaHJlZiUzRCUyMmh0dHAlM0ElMkYlMkZhY2VpbS5lcyUyRmNvbXVuaWRhZCUyRiUzRnAlM0QyMTIxJTIyJTNFTEFTJTIwUkFCSUVUQVMlMjBJTkZBTlRJTEVTJTIwJTNFJTIwJTNDJTJGYSUzRQ==[/vc_raw_html][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][prkwp_styled_title prk_in=”Rabietas” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”Yes”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]”El pequeño Antonio se ha enrabietado porque la profesora no le deja seguir jugando con el aro y se lo ha dado a otro niño.
Primero se ha ido a una esquina del patio y se ha quedado quieto. Luego se ha puesto a gritar y protestar.
La profesora observa de reojo pero no interviene. Cuando se le ha pasado le invita a jugar con las construcciones en otro grupo de niños. Antonio acepta y recibe un beso por su buen comportamiento.”
Escenas similares se viven con frecuencia en las escuelas y en otros ámbitos.
“Sofía, una niña de 5 años está en el restaurante con sus padres y su hermano mayor. Se niega a tomar la sopa de pescado. Cierra la boca, baja la cabeza y cruza los brazos. Quiere macarrones. Sus padres le riñen e insisten para que coma porque “no va a haber otra cosa”.
Finalmente deciden pedir macarrones. Sofía sonríe y cambia su actitud.”[/vc_column_text][vc_single_image image=”2112″ img_link_target=”_self” img_size=”300x300px”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][prkwp_styled_title prk_in=”LAS RABIETAS TIENEN SOLUCIÓN” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”Yes”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]Tanto la escena de Antonio como la de Sofía pueden ser representativas de los comportamientos que denominamos rabietas. Del mismo modo pueden serlo el comportamiento de los adultos en ambas circunstancias.
Entendemos por rabietas aquellos comportamientos (llantos, gritos, tirarse al suelo, encerrarse, enfurruñarse, quejarse, etc.) que aparecen cuando no se satisface alguna de las demandas del niño/a y que, pretendidamente, buscan “salirse con la suya”, buscan obtener aquello que no han conseguido de otro modo.
En las Escuelas Infantiles son habituales y los profesores saben cómo tratarlas. Sin embargo, nos podemos encontrar con dificultades al explicarle a un padre cómo actuar, por qué hacerlo y qué va a ocurrir presumiblemente.
Las rabietas no son iguales en todos los casos ni en todos los niños. Influyen múltiples variables que pueden favorecer o dificultar su desarrollo y el proceso de desaparición de las rabietas. Con todo, podemos tener procedimientos educativos válidos para un número amplio de ocasiones en las que aparezcan las rabietas.
Es muy importante darse cuenta de que estamos trabajando su comportamiento. Tratar las rabietas no es castigar las rabietas ni al niño. Puedo darle explicaciones, razones y consejos. Pero debo saber que normalmente no funcionan para cambiar este comportamiento. Es un niño. Tiene mentalidad de niño. Tiene visiones de niño. Tiene experiencia de niño.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][prkwp_styled_title prk_in=”CUIDADO-PRECAUCIÓN-ATENCIÓN” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”Yes”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]- No atender una rabieta no consiste en rechazar al niño afectivamente. Consiste en retirar la atención ante la rabieta y darlo ante un comportamiento más adecuado. Hay que tener cuidado para no confundir una “rabieta” con una “necesidad real”.
– Hay que tener cuidado para no confundir una “rabieta” con una “necesidad real” de ser atendido.
– Debemos saber que cuando empecemos a no atender las rabietas, la conducta en lugar de disminuir va a aumentar. No hay que asustarse, es normal.
– Luego va disminuyendo. Lo hace más rápidamente si atendemos las demandas correctas.
Las rabietas, ocasionalmente, vuelven a aparecer. Debemos actuar entonces como teníamos prefijado.
– Con el paso del tiempo aparecen cada vez menos.
– Si consideramos que no vamos a ser capaces de mantenernos en el tratamiento de la rabieta, es mejor no hacer nada. (Quizás sólo explicarle). De otro modo, le estamos enseñando a ser más resistente con sus rabietas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][prkwp_styled_title prk_in=”CÓMO APARECEN LAS RABIETAS” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”Yes”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]Nos encontramos, en la mayoría de los casos, una situación como la siguiente:
PROCESO
Se da atención natural al bebé cuando llama la atención. Se repite durante años. Hay que atenderle y protegerle.
En los primeros meses de vida atendemos de forma natural y de manera rápida una serie de comportamientos infantiles (lloros, caras tristes, estar quieto, vómitos, etc.). Nadie lo duda, son indicativos de que algo pasa y con nuestra atención buscamos la supervivencia y el bienestar físico y anímico del niño. Es un ser indefenso y hay que atenderle. Esta situación se puede mantener hasta los 2 años, los 3 años, y quizás más.
Aprende que “me atienden ciertos comportamientos”.
Durante este tiempo el niño ha estado aprendiendo que una gama de sus comportamientos son siempre atendidos.
Usa esos comportamientos para que le atiendan.
De manera natural (en principio, no premeditadamente) el niño hace uso de esos comportamientos llamativos (lloros, quejas, etc.) cuando quiere que le atiendan. En muchas ocasiones no hay un peligro real, pero consigue que le atiendan.
“Reaprende” cómo conseguir atención.
El niño sigue “reaprendiendo” que esos comportamientos consiguen atención.
Usa la rabieta para conseguir algo.
De manera natural (en principio, no premeditadamente) hace uso de esas conductas de llamar la atención cuando no consigue algo que desea. Por ejemplo: una chuchería o más tiempo de TV. El resultado más frecuente es que consigue lo que desea.
Aprende que puede doblegar a los adultos. Las rabietas se complican.
La repetición de estos comportamientos y de la obtención de lo deseado le enseña algo nuevo: la voluntad de los adultos se puede doblegar si se hace uso de las respuestas adecuadas como lloros, gritos etc. A estos comportamientos los podemos llamar ahora rabietas. Esta secuencia de aprendizajes se puede ir complicando de maneras muy diferentes según los casos.
Le explico. Dice que sí y hace los contrario.
En un momento determinado del proceso le indicamos verbalmente que la rabieta no es un procedimiento correcto para pedir las cosas. Él dice que “vale, tienes razón, ya no lo volveré a hacer”. Sin embargo, nuestra satisfacción porque hemos conseguido que nos entienda se ve pronto frustrada. Él sigue “cogiendo muchas rabietas y además en los momentos más inoportunos”.
Me preocupo. ¿Qué puedo hacer?
Nos empezamos a disgustar y puede que también a preocupar ¿Qué puedo hacer?[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][prkwp_styled_title prk_in=”CÓMO TRATARLAS” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”Yes”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][prkwp_styled_title prk_in=”PLAN GENERAL” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”No”][vc_column_text]EXPLICARLE
– Si explicando y razonando con el niño consigo acabar con la rabieta, mi problema ha terminado.
– Si aún explicando y razonando no consigo acabar con la rabieta, tengo que utilizar algún procedimiento técnico para cambiar su comportamiento.[/vc_column_text][prkwp_styled_title prk_in=”TÉCNICA BÁSICA” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”No”][vc_column_text]- Si teniendo una rabieta el niño no consigue lo que quiere, aprenderá que para obtener algo, la rabieta no es eficaz.
– Si teniendo un comportamiento socialmente aceptable obtiene lo que desea, aprenderá cómo se puede obtener lo que desea.
– Así irá cambiando su “mal comportamiento” por uno socialmenta aceptable.[/vc_column_text][prkwp_styled_title prk_in=”TÉCNICA COMPLETA” align=”Left” title_size=”Small” use_italic=”No” samba_show_line=”No”][vc_column_text]- Tener muy claro el plan de trabajo: qué voy a hacer, cómo y por qué.
– Estar muy atento y atender bien los comportamientos correctos.
– La rabieta no debe tener éxito.
– Constancia. La rabieta no debe tener éxito nunca (o casi nunca).
– Que todas las demás personas hagan lo mismo: pareja, abuelos, profesores, …
– Calma. No debe ver que me altero.
– Debo darle claramente otra alternativa para conseguir lo que quiere (ej.: pedirlo por favor, pedir menos, esperar a que se termine de hablar, etc.)
– Si lo pide mejor que anteriormente debo ser generoso.
– Después de que pase la rabieta actuar con toda naturalidad, como si no hubiera pasado nada. Tampoco hablar del tema de la rabieta.
– Si, al no atender la rabieta, el niño inicia comportamientos muy incorrectos o peligrosos que no son la rabieta, corregirlos como haríamos en cualquier otra situación. Ya no estamos en una rabieta, estamos en agresiones, falta de respeto, insultos, peligros, etc.
– En algunos casos estaría indicado aplicar una sanción suave, por ej: “quédate sentado hasta que se te pase”.
– Si por circunstancias determinadas, hay que atenderle, hacerlo de una manera prudente y no de forma efusiva.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]© Marcelino Ruiz de Arcaute Martínez[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=”1/1″][/vc_column][/vc_row]
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